A lo largo de la historia, los gaiteros de Lizarra han tocado infinitas jotas, karrikadantzas, boleras, vals, etc. por todas las festividades de los pueblos de la comarca.
Demetrio Romano, gaitero estellés, une todas estas formas musicales a modo de popurrí y les da un nombre: el Baile de la Era. El motivo estaba claro, aquel 27 de agosto de 1903, Alfonso XIII visitaba Estella y las autoridades locales querían mostrar al Borbón, los bailes tradicionales. Anselmo Elizaga y Demetrio prepararon en la huerta de Cristobal Iribas a los muchachos que han de representar e interpretar esta dantza. Es de presumir que fuesen los más atrevidos y lanzados del pueblo, ellos fueron el primer grupo del que se tienen noticias, y sus nombres: Daniel Eraso, Veremundo Larrasoain, Cirilio Salsamendi, Ramos Martínez, Demetrio Valencia, Isidra Romano, Carmen, (hija de un tal Mazantini), Benita Sánchez Larriu, Leocadia Sola, y una hija del practicante de Metauten (pueblo de la comarca estellesa), de la cual se desconoce el nombre. No se tiene datos de otras actuaciones de este grupo u otros por aquellos años, si bien el gaitero estellés Eugenio Pérez (El Zapaterico) contaba haber tocado la Era, en la década de los 20, siendo a su vez bailada.
En 1903 aparece un grupo estable, el dantzari Veremundo Larrasoain, enseña el baile de la Era a un animoso grupo de jóvenes, por citar algunos: Felisa de Miguel, Pello Irujo, Casilda Roa, Francisco Beruete, Jose Arza, etc. manteniendo actividades hasta el inicio de la sublemación militar en 1936, que desaparecen.
Terminada la contienda civil, allá por el año 1940 grupos de Sección Femenina aparecen con clara utilización política, así como otro grupo de Acción Católica que recuerdan las espatadantzas que se bailaban antes de la guerra. Estos años son confusos en cuanto a la estabilidad de estos grupos y todo viene a aclararse con la llegada al ayuntamiento en el cargo de secretario de Francisco Beruete, en el año 1944 para formar bajo su dirección un grupo y hacerlo municipal, con lo cual lo libra de las acusaciones políticas y a la vez lo consolida al institucionalizarlo.
Estos años como es de suponer, son difíciles, y el hecho de tan solo contar en el repertorio del grupo con una dantza, el Baile de la Era, hace problemática la continuidad, por ello su director francisco Beruete desarrolla un trabajo extraordinario, recuperando músicas muy antiguas y casi olvidadas de Estella y aportando coreografías populares. Hace renacer bailes como: El Desmayo, Kalejiras Estellesas, La Balsa de Torralba, Las Ballestas de San Juan, Jota Navarra, Jota Fandango de Estella, dotando al grupo municipal de unas dantzas autóctonas que darán prestigio al grupo manteniéndolo hasta nuestros días. Es en la década de los 50 cuando éstas dantzas empiezan a mostrarse en público, consiguiendo multitud de actuaciones por toda la península y alcanzando una gran calidad y aceptación. Sin duda estos años fueron de una gran brillantez.
Entrados los años 60 el Grupo municipal atraviesa una mala racha y sus actuaciones se reducen tan sólo en las fiestas patronales del pueblo, hay lógicamente un cierto cansancio en la dirección del grupo, lo que hace que unido al interés del Club Montañero Estella por llevar el grupo, en el año 1966 pase a depender de dicha entidad, dejando escritos unos compromisos a realizar por el grupo cara al ayuntamiento para las festividades locales.
En 1986 el grupo de danzas municipal de Estella pasa a denominarse Grupo de Danzas Larraiza Dantzari Taldea, empezándose a germinar unas bases de mayor autenticidad y rigor histórico, unas bases euskaldunas, inquietud que no saldrá a flote hasta algunos años más tarde.
Los primeros ensayos de Larraiza están dirigidos por Javier Sádaba, y en 1968 se hace cargo de la dirección del grupo Tomás Sánchez, este mismo año nace larraiza txiki. En 1969 en la localidad francesa de Rocamador, el grupo estrena el vestuario que actualmente nos caracteriza, sacándolo en Lizarra ese mismo año en la festividad de la Virgen del Puy, el 25 de mayo.
En los primeros años del 70, el grupo empieza a resurgir con un buen número de actuaciones, la mayoría de ellas en Euskal Herria. En 1972, se aprenden nuevas danzas para aumentar el repertorio, tales como: Carnavales de la Baja Navarra, Socadantza de Ituren, Ingurutxo de Iribas, Mutildantzas del Baztan, etc. La veintena de dantzaris que venía a contar el antiguo grupo municpal, en esta fechas empieza a notarse un auge de muchachos notable, que entre pequeños y mayores, la cifra rondaba los 80 danzaris. Ellos hacen que el grupo disfrutase de “Actuaciones Vacaciones” a Valecia, Badajoz, Galicia, Madrid, etc.
Todas estas actuaciones se alargan hasta el año 1977 empezándose a notar un alarmante deterioro interno debido a una total carencia de trabajo colectivo entre sus componentes, imposibilidad de desarrollar las pocas inquietudes existentes, como consecuencia de una dirección, personalista, paternalista y poco dada a innovaciones internas.
La inquietud válida y positiva de todos los componentes del grupo que entendían y entienden que la danza es algo más que pegar cuatro saltos y divertirse en cuantas salidas a los pueblos había; se entendía y entiende en la profundización y conocimiento serio de las danzas, la música, costumbres tradicionales y populares, sacar todo esto del contesto interno del grupo y mostrarlo a todo el pueblo como único y auténtico propietario.
En 1979, el Grupo Larraiza, rompe con el tradicional funcionamiento interno que se regía desde 1944, dirección de Francisco Beruete y posteriormente de Tomás sanchez. Se empieza atrabajar por comisiones, integrándose en alguna de ellas, el hasta entonces director. Realmente los resultados durante este año no son buenos, hay muchas interferencias dentro de cada comisión por el exdirector, lo que coarta a los componentes de dichas secciones a desarrollar su trabajo con total autonomía. Todos los componentes del grupo, optan por única vía para poder desarrollar cuantas actividades se pretendían, en prescindir del exdirector comunicándoselo a posteriormente a finales de éste año.
Los componentes de Larraiza Txiki, dejan voluntariamente el grupo creando posteriormente el grupo de danzas Ibai Ega, que dirigirá Tomas Sanchez, al igual que la academia de danzas regional Demetrio Romano.
En 1980, realmente empieza una época completamente nueva dentro del grupo Larraiza, los proyectos de actividades se amontonan y la gente rebosa optimismo, hay un gran ambiente; urge recuperar el grupo Txiki, y rapidamente se forma una comisión para renacerlo, consiguiéndolo al año siguiente. Se crea Gure Dantza, con el ánimo de aglutinar durante unos días cuantos bailes y música popular mantiene el grupo, gaiteros y txistularis, y hacer partícipes a todo el pueblo en este interés por mostrar la gran riqueza de nuestra cultura, el grupo mantiene una información semanal dentro del desaparecido semanario La Merindad Estellesa, así como un programa semanal de hora y media en Radio Lizarra también desaparecida, que permitió poner en antena la música, y raíces populares, voces de muchas personas que en su día trabajaron y vivieron la danza, el programa se denomino Euskal Ohiturak. 14 programas grabados están archivados para quien desee escucharlos. La colaboración con otras entidades culturales fue abundante, Olentzero, Carnavales, etc. Se siguió organizando el Dantzari Eguna local el 25 de Mayo, así como la enseñanza popular el mes de Julio, para cuantas personas acudían.
En los años siguientes se siguen repitiendo éstas actividades, intentando superarlas y crear nuevas, se introducen nuevas danzas como el Paloteado de Cortes, Jota de Sanguesa, La Gaita de Arizkun, Txulalai, Txontxongilo, Zortziko del Baztan, Aurresku, Pescadoras, etc, lo que nos hace mantener un volumen de danzas muy respetable, cerca de 25 con el consiguiente incremento de vestuario, un total de 300 trajes.
En 1982, el grupo tiene ocasión de organizar el Dantzari Eguna de Navarra, en una semana repleta de actividades entorno a la danza que culmina el sábado con un gran festival de dantzas autóctonas, y el domingo con la presencia en Estella de un millar de dantzaris navarrros, que actuaron por los pueblos de la merindad. En estas fechas, hay inquietud por introducir la danza en la escuela, lo que supone que monitores del grupo impartieron clases en la ikastola, posteriormente, se decidió impartir clases directamente a los profesores, para ser ellos quienes lo continúen en sus centros.
Las actuaciones en estos años fueron superiores a anteriores, ya que entre chiquis y mayores se hace un promedio de 60 dantzaris al año. El trabajo de las comisiones fue continuado durante todo el año, lo que produce lógicamente un cansancio que se ve oscurecido y olvidado por los resultados.
Desde el dificil cambio que sufrió el grupo, desde su creación en 1980, muestra buena voluntad del trabajo, las modestísimas investigaciones en el terreno cultural, en ocasiones no han sido comprendidas y si enmarcadas en cierta linea política, lo cual hay que desmentir.
Actualmente, el grupo sigue intentando permanecer, como una institución folclórica que da vida a sus tradiciones, a pesar de los malos tiempos que atraviesa. El cúmulo de ofertas de actividades hace que la gente pierda interés por las dantzas, lo que ha puesto en numerosas ocasiones en peligro la vida de este grupo.
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